Código Futuro: De programar a secuenciar genomas; la IA como la biofundición de la vida

Esta semana ha traído consigo una sensación de que el futuro no solo está llegando, sino que nos está impactando de manera contundente. La Inteligencia Artificial ha superado otra barrera que considerábamos inquebrantable: la de la vida misma. Ya no se trata únicamente de cómo la IA transforma nuestros empleos o nuestras interacciones sociales; ahora estamos tratando con vida generada por IA, bioseguridad y la reescritura de la biología.

Mientras la ciencia se aventura en territorios que antes se consideraban divinos, el CEO de Meta advierte sobre una desventaja cognitiva para quienes no utilicen sus nuevas gafas; una startup desafía el monopolio creativo de Hollywood, y una de las compañías de software de vigilancia más influyentes del mundo se diversifica al vender bolsos de diseño. La frontera entre lo esencial y lo absurdo se está difuminando casi por completo.


La IA acaba de diseñar virus

Imaginemos por un momento que la vida no es un concepto fijo, sino un código que puede ser editado y generado. Eso es precisamente lo que ha logrado un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford.

Utilizando IA generativa —la misma tecnología detrás de DALL-E, ChatGPT y Midjourney— entrenada en extensas secuencias de ADN, ARN y proteínas, se han diseñado bacteriófagos, virus que atacan y eliminan bacterias. De 302 candidatos generados, 16 demostraron ser efectivos en pruebas de laboratorio, eliminando cepas de E. coli resistentes a los fármacos. Los investigadores lo han denominado \»un paso hacia la vida generada por IA\».


El Jaque Mate algorítmico de Hollywood

Amit Jain, exlíder de visión artificial de Apple y fundador de Luma AI, ha lanzado Ray 3, un modelo de video generativo que asegura puede \»razonar\». Sin embargo, fue su comentario provocador sobre Hollywood lo que realmente llamó la atención. Jain afirmó que la industria está \»muerta\» si no adopta la IA para reducir costos y generar nuevas ideas, criticando su tendencia a reciclar las mismas franquicias.

Si Jain tiene razón, la IA no es solo un juguete para efectos especiales, sino la herramienta que podría desmantelar Hollywood. El dominio de los grandes estudios se basa en su monopolio sobre producciones de alto costo: éxitos de taquilla de 200 millones de dólares. Este dominio se desmorona cuando creadores independientes pueden probar 50 ideas con calidad de estudio a una fracción del costo. El verdadero riesgo para Hollywood no es que la IA reemplace a los actores, sino que reemplace el monopolio sobre la novedad.


Una noticia de ciencia que parece de ciencia ficción

En medio de este caos digital, se están produciendo avances silenciosos en el ámbito biológico que parecen sacados de una novela de ciencia ficción. Una investigación publicada en Cell Stem Cell describe el riñón artificial más parecido al original jamás creado. Los científicos han desarrollado un organoide a partir de células madre que, por primera vez, presenta características clave del órgano original, el segundo más complejo de nuestro cuerpo, después del cerebro.

Aunque todavía estamos lejos de realizar un trasplante de un riñón de probeta, este avance es monumental. La medicina regenerativa busca eliminar la necesidad de donantes, resolver el problema del rechazo y salvar innumerables vidas. La capacidad de replicar la intrincada red tubular del riñón representa un hito tanto técnico como biológico. Es un recordatorio de que, mientras la IA reescribe la vida a nivel de código genético, la ciencia hardcore continúa su lucha por mejorarla a nivel estructural.

La inteligencia no tiene por qué imitar la humana para ser funcional, compleja y adaptable. Los sistemas de las plantas son distribuidos, descentralizados y sostenibles, cualidades que los ingenieros de IA intentan replicar en las redes neuronales. ¿Podría la inteligencia de las plantas, que ha evolucionado durante milenios sin moverse, ofrecer pistas sobre cómo la IA podría alcanzar una conciencia distribuida que no se asemeje a la nuestra?