Ayer, Microsoft anunció la suspensión definitiva del soporte para Windows 10, un sistema operativo que ha sido fundamental para miles de millones de usuarios a lo largo de más de una década. Este evento marca un hito en la historia de la compañía y conlleva graves consecuencias medioambientales, ya que se prevé una gran cantidad de residuos electrónicos como resultado de esta decisión.
De acuerdo con estimaciones de 404 Media, alrededor de 400 millones de dispositivos, lo que representa aproximadamente el 42% de los PC con Windows en uso a nivel global, no podrán actualizarse a Windows 11 y dejarán de recibir actualizaciones de seguridad a partir de hoy. «Millones de computadoras terminarán en la basura. Es un desastre», señala Nathan Proctor, director de la «Campaña por el Derecho a Reparar» del Public Interest Research Group (PIRG). Además, advierte que muchos usuarios ignorarán las advertencias y continuarán utilizando PCs vulnerables, lo que resultará en brechas de seguridad generalizadas debido a la falta de actualizaciones.
Impacto de la obsolescencia programada
Microsoft ha declarado que «ya no proporcionará actualizaciones de software gratuitas a través de Windows Update, soporte técnico ni correcciones de seguridad para Windows 10», aunque asegura que las computadoras seguirán funcionando. Sin embargo, recomienda encarecidamente a los usuarios que actualicen a Windows 11. El verdadero problema radica en que millones de PCs no cumplen con los requisitos técnicos necesarios para esta actualización, y muchas pertenecen a empresas, organismos gubernamentales, escuelas y organizaciones sin fines de lucro, que no pueden operar con dispositivos que no reciban actualizaciones de seguridad. Esto implica que se verán obligados a deshacerse de sus equipos actuales y adquirir nuevos, lo que incrementará la cantidad de residuos electrónicos.
Este escenario es un claro ejemplo de obsolescencia programada, que tendrá serias repercusiones en el medio ambiente, especialmente considerando que la producción masiva de residuos electrónicos también se verá acompañada por un aumento en las emisiones de carbono relacionadas con la extracción de materias primas para nuevos dispositivos, así como el incremento de la energía necesaria para su distribución. «Más del 40% de los usuarios de Windows aún lo utilizan, por lo que dejar de dar soporte a un producto que es esencial resulta absurdo. Nadie espera que Microsoft mantenga actualizaciones indefinidamente, pero cuando el 43% de los clientes lo utilizan, no puede considerarse obsoleto», argumenta Proctor.
Un llamado a la acción para Windows 10
Para prevenir el desastre medioambiental inminente, la organización de defensa de los consumidores PIRG ha lanzado una campaña solicitando a Microsoft que extienda el soporte de Windows 10, con el objetivo de evitar lo que podría ser el mayor «desguace» de computadoras en la historia.
Esta petición podría tener éxito, considerando el precedente de Google en 2023. Tras las protestas de defensores del derecho a reparar, grupos de consumidores, distritos escolares y compradores corporativos, Google accedió a extender a 10 años las actualizaciones automáticas de los Chromebooks. Esta decisión evitó que miles de laptops se convirtieran en chatarra, contribuyendo a reducir la cantidad de residuos electrónicos en vertederos y plantas de eliminación.
«Lo que sucedió con Google y los Chromebooks es un ejemplo que me da esperanzas de que podemos lograrlo», comentó Proctor, quien espera que se encuentre una solución para Windows 10 y así evitar que el planeta sufra las consecuencias de las decisiones de las big tech.
